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Que el amor no admite cuerdas reflexiones de Rubén Darío.

Esta es una poesía que me mandó mi marido cuando éramos novios. Señora, Amor es violento, y cuando nos transfigura nos enciende el pensamiento la locura. No pidas paz a mis brazos que a los tuyos tienen presos: son de guerra mis abrazos y son de incendio mis besos; y sería vano intento el tornar mi mente obscura si me enciende el pensamiento la locura. Clara está la mente mía de llamas de amor, señora, como la tienda del día o el palacio de la aurora. Y el perfume de tu ungüento te persigue mi ventura, y me enciende el pensamiento la locura. Mi gozo tu paladar rico panal conceptúa, como en el santo Cantar: Mel et lac sub lingua tua. La delicia de tu aliento en tan fino vaso apura, y me enciende el pensamiento la locura.

A la madre.

En la inmensidad terrena de este mundo desquiciado, Dios ha puesto a nuestro lado un ser a su semejanza. Demostrando la esperanza que aun tiene en este mundo, porque su amor tan profundo todavía nos alcanza. Madre, milagro de vida, límite de perfección, que en un solo corazón alberga tanto cariño. Su existencia es un designio que el Ser Supremo incentiva, manteniéndose tan viva como la risa de un niño. Ella tiene en su ternura la conspicuidad de un sabio, La que perdona un agravio desestimando el rencor Es quién mitiga el dolor brindándonos el consuelo y defendiendo con celo al motiva de su amor. Con el correr de los tiempos en este libre albedrío, vivir es un desafío y no es fácil poder guiar el timón de cada hogar, conducta, educación, pero ella, firme en su acción airosa logra triunfar. Enfrentando dia a dia la realidad cotidiana, Ensaya cada mañana la forma de subsistir. Pensando siempre en vivir la realidad de sus hijos y con los sentidos fijos oteando su porvenir.